20 noviembre 2014

El diálogo



-¡Qué día tan espléndido! ¿Verdad, caballero?
-¿Habla conmigo?
-Sí, claro. A mí es que estos días tan soleados me iluminan el ánimo.
-A mí en cambio me fastidian mucho.
-¿Cómo es eso?
-Porque sirven de pretexto para que los pesados como usted le suelten el rollo a uno.
            -Es usted muy grosero.
-Y usted muy amable.
-Lo dice como si ser amable fuera algo insultante.
-Para mí lo es. No sé por qué las personas más amables suelen ser  también las más pelmazas. ¿Por qué no se va a darle la paliza a otro?
-¡Habrase visto! Le exijo ahora mismo una satisfacción.
-¿Que me exige una satisfacción? ¿Y qué espera que haga, que le masturbe?
-¡Maleducado!, ¡deslenguado!, ¡soez!
-¡Váyase a la mierda! Apuesto que es usted uno de esos hombres ridículos que llaman a su mujer “cariño”.
-Por supuesto ¿Qué tiene eso de malo?
-Y ella a usted le debe de llamar “cielo”.
-Ahora comprendo. No es usted más que un solterón amargado.
-Se equivoca. Yo también estoy casado, por desgracia.
-Entonces compadezco a su mujer.
-Y yo le compadezco a usted.
-¿A mí? ¿Por qué?
-Porque no es más que un pobre desgraciado. Cada mañana se encierra un buen rato en el lavabo porque es el único lugar de la casa donde se siente tranquilo. A ella le ha dicho que tiene estreñimiento.
-No entiendo ¿Cómo sabe usted que sufro estreñimiento?
-No lo sufre, sólo lo finge. Yo lo sé todo acerca de usted, en cambio usted lo ignora todo de mí.
-Pero... ¡Esto es inaudito! ¿Puede saberse quién es usted?
-Me llamo Serafín López Palomino.
-¡Ese es mi nombre! ¿Qué broma macabra es ésta? Le exijo una explicación.
-Ya le he dicho que lo sé todo sobre usted. Haría bien en reconocer que es un pobre diablo.
-Un momento, un momento. Aclaremos esto de una vez. ¿Cómo es que...

En ese preciso instante alguien llama a la puerta del lavabo.

-Serafín, ¿te encuentras bien?
-Sí, ¿por qué lo dices?
-Me había parecido que hablabas solo.
-No, bueno, verás... Estaba recitando unos versos para distraerme. Como esto se hace tan pesado...
-Hoy llevas en el baño más tiempo de lo normal. ¿Te queda mucho todavía? Recuerda que estoy esperando para entrar.
-No, enseguida acabo.
-Bien, entonces iré a preparar café.
-Gracias, cariño.
-De nada, cielo.

                                                                                                 (relato)

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