19 septiembre 2015

Antonio Machado y su esposa Leonor



Dicen que vieron llorando al poeta
Con un llanto callado, contenido
Para que su amada no se diera cuenta
Mientras con templado porte empujaba
Por el bello parque la silla de ruedas
Junto al lago, entre plantas y flores
Pocos días antes de que ella muriera
Dicen que sus mejillas brillaban al sol
Con el rostro lívido, de calavera
Asemejándose más a una muerta
Que a la que fuera una dama tan bella
La mujer del poeta lloraba también
Surcos tenía en sus mejillas de cera
Eso cuentan quienes vieron a ambos
Aquella mañana fría y serena.






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